Cuando se compara la Tierra con otros planetas como Marte o Venus se observan grandes diferencias, aunque el proceso de formación ha sido similar. Todos los planetas se formaron por la conglomeración de un grupo de rocas que posteriormente se fundieron, con el tiempo la corteza de los planetas se secó y se volvió sólida. En la tierra a diferencia de los otros planetas del sistema solar que se han estudiado, en las partes más bajas se acumuló el agua mientras que, por encima de la corteza terrestre, se formó una capa de gases, la atmósfera. El agua, la tierra y el aire empezaron a interactuar de forma bastante violenta, mientras tanto, la lava manaba en abundancia por múltiples grietas de la corteza, que se enriquecía y transformaba gracias a toda esta actividad. Mientras en la Luna o en otros planetas se siguen observando claramente miles de cráteres originados por las gigantescas colisiones que los formaron, el aspecto de la Tierra es totalmente distinto. Dos teorías explican los cambios en la superficie terrestre:
La teoría de la Deriva Continental formulada por Alfred Wegener en 1912, y la teoría de la Tectónica de las placas, considerada como una actualización de la teoría de Wegener, buscan explicar los cambios sufridos por la superficie terrestre a lo largo de los años. Ambas se basan en el movimiento de placas rígidas que flotan por encima de una zona de materiales plásticos en el manto superior. También han influido en los cambios geológicos las deformaciones de la corteza terrestre debidas a fallas, plegamientos y basculamientos Zonas sísmicas, volcánicas, cordilleras continentales y oceánicas.